¿Has pensado alguna vez en todos los sellos que llenan la ´comida’ de mascotas? ‘100% completo y balanceado’, o ‘100% calidad de nutrición’. Los sellos o certificaciones se entregan bajo un criterio, y no siempre es el mejor criterio.
Si la norma dice que un alimento debe tener menos de un gramo de azúcar y demuestro que mi producto lo tiene, entonces gano la certificación bajo en azúcar.
Ahora bien, pocas veces nos detenemos a pensar en si efectivamente esos sellos certifican de una forma u otra la calidad del alimento. Sus ingredientes y el procesamiento de los mismos pueden marcar una gran diferencia en el valor nutritivo que genera.
Pero hoy no nos vamos a enfocar en los ingredientes sino en un concepto más global: la digestibilidad. Este indicador es clave para entender la calidad de un alimento. Si es altamente digerible nuestra mascota está recibiendo muy buena nutrición.
La digestibilidad es la cantidad de valor nutricional que puede absorber el torrente sanguíneo y la forma de medirlo está en las heces, determinando el total de alimento consumido menos la cantidad de heces que genera.
Menos de 75% se considera poco digerible y sobre 88% es una calidad excepcional. Pero de qué depende. La respuesta es la misma, de la calidad y el proceso de producción del alimento.
Las croquetas, por ejemplo, pasan por múltiples procesos de altas temperaturas que terminan haciendo que los nutrientes no se absorban adecuadamente. Los alimentos frescos, por ejemplo, tienen el efecto contrario. Buena absorción de nutriente que tienen un impacto directo en el bienestar de tu mascota. Defensas altas, pelo brillante y deposiciones normales; contribuyendo a la salud, vitalidad y longevidad de un perro.